Los dichos del Presidente Gabriel Boric, con respecto a convocar un nuevo proceso constituyente en caso de que la opción Rechazo ganara en el plebiscito del 4 de septiembre, dejaron atónito al mundo político.
El mandatario aseguró que en caso de no aprobarse la propuesta de Carta Magna, enviará una reforma constitucional al Congreso. Esto, con el fin de convocar a elecciones para formar un nuevo órgano constituyente.
Este escenario, pero con otro matiz, también ha sido planteado por la oposición. "Rechazar para reformar" es el modelo que los mueve, comprometiendo acciones para satisfacer el deseo del electorado en el plebiscito de entrada, tener una nueva Constitución.
Pero la oposición no busca comparar ambas propuestas, sino que ofrecer un nuevo texto para eliminar el creado en 1980.
Sin embargo, el Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución, firmado por los partidos en noviembre, no asegura algún mecanismo en caso de ser rechazada la propuesta. El documento solamente expresa la situación en caso de que sea aprobada la nueva Constitución.
Mientras tanto, la reforma constitucional aplicada a la actual Carta Magna, con respecto a la creación del proceso constituyente, establece que "si la cuestión planteada a la ciudadanía en el plebiscito ratificatorio fuere rechazada, continuará vigente la presente Constitución".
¿Qué se requiere para una nueva Convención Constitucional?
Ahora, con respecto a la creación de una nueva reforma para crear otro proceso constituyente podría no llegar a ser realidad. Debido a la fuerte presencia de la oposición en ambas cámaras del Congreso. Un factor importante en la votación del “Plan B” anunciado por el Presidente Boric.
El actual proceso que culmina según indica la reforma que lo creó, el próximo 4 de septiembre, debió lograr un consenso político para establecer las reglas del mismo. Como la paridad y los polémicos escaños reservados.
Luego de aprobarse en el congreso estas reglas, debieron ser votadas por ambas cámaras. Para ser aprobada la reforma que llevó a cabo el actual proceso se requerían de ⅔ de los diputados, el proyecto logró 127. Mientras que en el senado también corría la regla de ⅔ necesitando 27 votos y logrando 38.
Si el Presidente envía un proyecto al congreso para un nuevo proceso, partamos de la base que el contexto y escenario no son los mismos que la primera vez. Incluso las fuerzas políticas de ese entonces también cambiaron.
Por ejemplo el partido Republicano irrumpió en este periodo electoral con 16 representantes entre Cámara Baja y Senado. Esto sin incluir a Johannes Kaiser, quien renunció al partido antes de asumir como diputado.
Por primera vez en el congreso, el Partido de la Gente logró ganar un lugar con 7 diputados.
Los partidos de oposición tienen al menos 67 diputados y 26 senadores, número suficiente para bloquear las intenciones del presidente Gabriel Boric. Eso, en caso de ganar el rechazo sin importar si el quórum es ⅔ o 4/7 como se discute hoy. Al menos son suficientes como para oponerse a la paridad o los escaños reservados. Si es que el proceso (de ganar el rechazo) busca ser el mismo que ya vivimos.